Cuentos Celestes: julio 2007

Cuentos Celestes

Un sitio donde transmitiremos relatos y cuentos vinculados a nuestro club o simplemente, aunque no tengan nada que ver, otros que nos gusten

sábado, julio 28, 2007

Figuritas de Ariel Scher

Una cosa es oir hablar de un crápula y otra cosa es tenerlo enfrente. “Un crápula”, se dijo doce o trece veces El Jugador durante los doce o trece minutos que duró su encuentro con ese tipo que lo miraba con la arrogancia de los que hablan como si el mundo entrara en su ombligo y respiran soberbia en lugar de aire. “Este es un crápula”, pensó por vez catorce cuando el otro, el crápula, le soltó su último mensaje: “Hacéme caso, por algo soy un dirigente importante. Veinte mil pesos: te sale eso. Los traés, no se lo contás a nadie, yo me quedo con la plata y vos jugás en mi club. En tres meses, recuperás tu inversión. Te espero mañana. No te vas a arrepentir: yo te voy a convertir en una figurita conocida”. Al separarse, el crápula lucía una sonrisa repugnante. El Jugador, en cambio, se llevaba toda la repugnancia y nada de la sonrisa.

A un crápula se lo conoce por pocas causas. En unos casos es por error, en otros, por azar. Y en otros más, como ocurrió con El Jugador, por desesperación. Estaba agobiado y un ex compañero le había sugerido que la única salida era sentarse con ese hombre. No andaba ni en el principio ni en el final de su carrera, correcta pero sin notoriedades. En realidad, sobre todo andaba mal. Una renovación en el plantel al que pertenecía lo había dejado sin equipo, o sea sin trabajo, y ni el aprecio de algunos entrenadores ni la gentileza de los dirigentes respetables que lo conocían le permitían conseguir lo único que necesitaba: un sitio en la cancha.

Aún le retumbaba la frase final de la despedida, ese sórdido “yo te voy a convertir en una figurita”, cuando se metió en el primer subsuelo oculto, y en el segundo local extraño, y en la tercera galería inmensa del largo recorrido al que dedicó su tiempo en ese día irrepetible. Si alguien que supiera su situación lo hubiera seguido calle tras calle, habría concluido en que rastreaba lo que miles en este universo mísero: plata. Absurdo: plata para jugar y ganar plata.

A la mañana siguiente, fue a la cita en el minuto exacto, con la ansiedad mordiéndole el cuerpo y una valija colgando desde los dedos diestros. El crápula le abrió la puerta, todo lustroso, todo impecable. Y también todo sonriente, dispuesto a abrir la boca. Pero cuando estaba por largar la primera palabra, ahí, en la misma puerta, El Jugador alzó la valija, la llevó por encima de la cabeza del crápula y la abrió de un solo movimiento sobre el cuerpo del otro. Veinte mil figuritas de fútbol de todas las décadas, hermosas y ajadas, usadas o nuevas, cayeron como lluvia arriba del crápula. Veinte mil figuritas que había sumado en su itinerario del día anterior y que en alguna época habían sido difíciles o fáciles, veinte mil figuritas que guardaban las imágenes de estrellas de siempre y de estrellas fugaces, veinte mil caras de veinte mil personas que habían sido sueños hechos fútbol como él, El Jugador.

-¿Te gustan? Ahí tenés para llenar el álbum-, dijo antes de irse. Y se fue caminando feliz, mientras el crápula, asombrado, se iba hundiendo sin remedio bajo una colección de figuritas.





Publicado en la sección “De rastrón” del matutino Clarín, el domingo 17 de noviembre de 2002.
Tanto el cuento, como las figuritas del Celeste, una gentileza de Marcelo Ventieri

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domingo, julio 01, 2007

Ceremonia - En Formato Audiovisual

La siguiente es un aporte de nuestro amigo de Venezuela Luis Mazzeo y su amiga Mich, quien con mucho talento, partieron de los cuentos de Caño Celeste, Ceremonia, y de Alejandro Dolina Decadencia de la Amistad y armaron estas dos obras de arte.

Para poder ver la misma solo tienen que presionar en el siguiente vínculo




Si se les entrecorta, les sugiero que lo copien a su disco y lo ejecuten desde allí.

Vale la pena.

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